cada trinchera abierta en la piel

cada trinchera abierta en la piel, terrario de voces hacinadas alzando el gaznate,
cada delirio ahorcado en las agujas del reloj,
cada sacrificio a la bruma, trazas de baba de gusano que vagan como asteroide errante
o medusa entre corrientes por inercia, sin deseo, necesidad, ni instinto, ni accidente,
cada razón que encuentra su abismo, cada sol que se ata los zapatos,
cada vae victis cada quodque tandem que dilata la vergüenza de respirar al tiempo que un viento se resbala por los bolsillos con cada sed
de asedio de sanguijuelas,
cada conjunto irreal de la memoria,
recuerdos de gasolinera, colillas encendidas a lomos de hospital,
cada giroscopio, telescopio, estereoscopio, microscopio y caleidoscopio y todos los opios de la tierra, y estetoscopio, cada huésped que oye sólo el sonido de uñas y pelo.
cada genio que inyecta cianuro en su manzana, cada huida tangencial,
cada soplo en que me siento incapaz de dejar al arbitrio del aire los ayes y tanta mierda que rodea
varada en las infinitas playas que serpean los límites de la conciencia y sus valles.
por cada día en que hundí mi peso de piedra, di la espalda a mi espalda y sentí el escozor en la boca del anzuelo, la fragancia del deseo, el instante de gozo, el espasmo de placer, cada vez que el rabo busca coño, cada coño que se abre, cada polla que se hunde, cada signo de morir en la corrida y loción convulsa, y ojos estremecidos en el blanco de cada sacudida fatal.
un nuevo pulmón en el serial que aviva la tragedia.

cada vía láctea,
cada firmamento con pulso tembloroso, cada verso, universo, multiverso, cada uno de los infinitos mundos paralelos con sus pueblos enterrados por el tañido graznido de campanas, y la histeria propagada con el óxido en la onda del sonido,
la sombra milenaria del primer dolmen que arrojó el cincel en espera de la primera tacha,
los embustes medrados en los reinos de la taxonomía ¡la jerarquía, la gerarquía, y la gerarkía! cada sagrada falta de ortografía.
la sílaba y sus 40 ladrones, perdida entre las páginas del diario, la mano que escribe
palabras que incubaron ser y mentira, rencor, venganza, vergüenza, esperanza y demás -y nunca de menos- fantasmas estampados en realidad sin nombre, exclusiva de hambre y diente,
cada súplica por no avergonzar a la coda antes de que lo obvio derive en obviedades,
y resolver con votos en blanco el blanco de miras.
cada tótem, plegaria sin cobertura, increpación al cielo, ostia en la mesa del altísimo, música coral atragantada por la espita que se clava en el barril de brent,
cada océano en llamas o llama de mareas que envía espectros para desempolvar el alma de prometeo y cada uno de los 10.000 hígados desgarrados por el pico del olimpo,
cada paso arrastrando las llagas de la boca hasta cruzar el averno y enjuagarlas con las aguas del lete, y
cada callada,
cada error limpiado con betún del tártaro, las 50 cabezas de los hecatónquiros y sus 100 brazos y los 100 menos 1 nombres de dios, y cada cuenta del rosario más las 5 de propina,
cada noche desgajada, bajo la que me siento
el acontecimiento más triste de mi vida.

cada certeza de cama o de ventana, publicidad de parabrisas, sábana inhalada, de afuera y sus puntos, de adentro y sus comas,
la mente roída por el ángel del yo,
hinchada de orgullo                   
alentando
el frío aliento de la historia,
-kai panta
matayotes, quejumbre sorda-
roída por los ramos de flores mortuorias entregados al doblar la curva,
por la escuadra que rompe los 90 grados,
por los grados de alcohol que vomita la mañana,
la huella vespertina del cristal,
la evasión, la invasión crepuscular
por el espejo encorvado,
y por cada vez que el hastío se hastía de sí mismo
y la mudanza en la que me veo y busco un punto ciego
donde dirigir mis rogativas,
y evitar
cada nueva visita del miedo
que ahoga en una niebla asfixiante de espanto, enjambres zumbando al oído del vértigo y un escalofrío que descarga sus naves
eléctricas
en las regiones más oscuras de la imaginación,
la imagen torturada, el encuentro trastornado, y el aire agónico por cada luna que se muere fuera de órbita.

cada
espera de la misericordia ungiéndome
hasta la punta del pelo, enfrentada por entero y eternamente
a los muros de la locura.
por un par de monedas, un paseo y dos copas, y un brindis por
cada coqueteo y cada baile
con la dama del fondo.

cada día el mismo día conservado en formol,
cada trepanación que libera de alaridos los lamentos de la vida
apagando su música, el pulso en sordina,
hasta que no quede más voz,
hasta que no queda
más voz                         

-tacet-

que la del gallo reclamando
el nuevo amanecer
de cada día.

7 comentarios:

mareva mayo dijo...

es como un viaje que dispara su tren y deja a cubierta la belleza que lo engendra, lo siento distinto, como más oculto, más cosecha, un gusto verte de nuevo por aquí, aunque te vuelvas a ir como esos trenes...

Francesc Cornadó dijo...

A veces, los buitres acuden al muladar de la consciencia, engullen jirones de carne apasioonada y de piel sonrojada, luego las astutas urracas repasan los huesos.
Salud

Silvia dijo...

Yo estoy en mi trinchera. Salgo, pego un tiro y me vuelvo a ella.


Dos besos

Marga Iriarte dijo...

Las trincheras, qué inutilidad de invento, en ellas se empozoñan las heridas y poca o ninguna oportunidad tenemos de salir vivos y correr campo a través.
Gracias por unirte a mi blog.
Saludos.

ohsinopeus dijo...

lola, gracias por pasarte por mi blog y darme la oportunidad de conocer el tuyo.
dos besos

ohsinopeus dijo...

amaltea, gracias a ti por devolver la visita y unirte.
un saludo, sincero

Luz Leira dijo...

Te he estado leyendo y disfrutando en esta mañana pre-vacacional y me paro en este. Es imponente, desde luego. Va creciendo y al mismo tiempo buscando la noche y un nuevo amanecer. Es muy difícil escribir textos largos que mantengan la potencia y la tensión de esta manera, y me deja al mismo tiempo el poso de la desesperación vital y de la esperanza. Por hoy, descansa: antes de que cante de nuevo el gallo ya te ha visitado el Alba. Un besazo, encantada de encontrarte.