noche

la noche de ciudad que renueva votos de silencio y castidad mientras le brilla colmillo de lobo, que baja telón y sube máscaras, y navega alcoholes, la que juega al ratón con la sombra del gato, la noche, siempre, con peso de notre dame de parís, la que atraganta bilis y desencaja caras. noche que tiñe de alquitrán las plegarias desoídas, la de espejo cóncavo, fondo de vaso, cristales rotos y pozos clavados al suelo. la noche de mantas de cartón y techos de cajero.
¿Quién te tuviera, noche del humo, de bruma y niebla, que lo aturdes todo con tu fiesta de luto?
¿por qué reservas para mí las pastillas, los ojos cerrados y la noche de tropiezos con la vida?

esperanza

a ti, esperanza, te  sobran
ineludiblemente
las tres últimas letras.

hoy me veo

hoy me veo como
alguien al que
o le sobran dientes
o le falta comida

fortuna

que "¿para cuándo la fortuna?"
"¿cuándo algo de fortuna?"
¿cuándo? ¿cuán...? pues
aún queda

tiempo.

si es que viene, acaso, será después.

después
de que caigan sus letras
por el óxido.
mucho después
de hincharse el vientre
con otras
palabras;
del mestizaje de después.
mucho, mucho más tarde
de que se otre
su significado.
cuando no haya cuándo;
y no signifique nada,
significación,
ni nada.
entonces sí.
entonces
tendré la oportunidad
de probar


                                  fortuna.

a medio camino

mis temores ahogarían
cualquier alma
que aún respire.
soy ese que está
a medio camino entre
la peste
y la vida.

tiempo

el tiempo se deshizo en mis manos
Y cuanto más cerraba el puño       más deprisa
escurría
en polvo.
polvo
entregado al torrente de polvo
por valles del pliegue y
dejando atrás           acaso
sólo polvo.
Sí, quedaron
sedimentos,             por un tiempo
coágulos
entre las vetas                    que acabaron
convirtiéndose          sin remedio.
y en un punto que no recuerdo,
por imposible,
fuera de lo cierto, realidad o sueño,
cascadas de polvo,
peinando el abismo.

cuando abrí la mano
me di cuenta:
agarraba sólo                un puño vacío.

suerte

es curioso el azar
cuando no hay suerte               ¿verdad?
que siempre te supera
aunque te empeñes
y empeñes todo
hasta lo que no hay
o precisamente por eso, que lo haces.
es terrible el azar
que sabe encontrarte
cuando no debe.                   
el azar que utiliza
todo
hasta lo que no hay
y precisamente por eso, que lo hace.
es cruel el azar
cuando juega al collage
y recorta imágenes
que deseas
y las cambia
Y las devuelve
en una realidad
que nada    tiene que ver.
y refinado,
es refinado el azar y
mezquino
cuando te enseña
el marco final               ¿no es cierto?
Y sí coincide
con el que tu esperas.
pero en cuyo paisaje
no te reconoces.

babas

¿sabes cuando te cagas en dios
porque no sabes de nada
más alto en que cagarte?
¿sabes cuando escupes odio
con babas y sólo babas
y sin palabras
que tampoco buscas?
¿sabes cuando te reventarías
la mano a ostias
contra la pared o lo que sea
para que tal o cual

idea

quede matizada?
¿sabes cuando cerrarías bocas
y las cerrarías sin dientes?
¿y cuando te arrastras
por el fondo de la infamia?

¿sabes
que lamentarás el día
en que deje de pasarte?

asiento

por inercia,
sólo por inercia,
a fuerza de no pensar,
que buscas
como todos
un asiento mejor.
porque así se escribe esto,
levantando
cada vez
un asiento mejor
donde sentarse y mirar.
mirar solo,
o sólo mirar, que da igual,
para aprender a levantar
un asiento
aún mejor.
si alguna vez te diera
por pensar,
quizá busques
cómo             ceder el sitio.

la nevera

se hace la luz.
los cuerpos
recobran el aliento
cuando una mano
llega y se va
sin nada que llevarse
a la boca
más que el  sabor
del  frío.
lo que sea que busca
no está ahí.
dentro, en la nevera,
una voz despierta:
¿dónde está
                                         el resto de mí?

el crujido

los tiempos que corren
menos que tú.
las noches que pasan
            de largo
y los días de corto.
y no importa            que sea al revés
y los sueños que quedan      si hay suerte
en eso.
y los perros y las viejas, y los niños,
sus pulgas; y el parecido de todos,
los zapatos y
más zapatos.
y si
esperas es
por eso:
la espera.
porque sabes del diente
y de la carne entre los dientes
y las babas
y el crujido
del cuello
del otro
y el tuyo,
el tuyo mismo,
al mirar atrás.