educación

a veces veo el murmullo constante de la educación, que sedimenta suave pero con firmeza algún departamento despistado de la conciencia, medrando mansamente en la voluntad y la apreciación del mundo de afuera; a veces, digo, lo veo estampado contra el párpado cerrado en un habitual pestañeo -porque esta evolución nuestra no ha conseguido salvar de otro modo la intoxicación por tanta realidad-, y en ese lapso fortuito advierto un garabato perdido que busca desesperado seguir todo aquello que se alzaba luciendo la monstruosa ficción que se ha ido edificando a base de demasiadas cosas podridas con el tiempo o envenenadas desde los principios a golpe de poder y de compañías depravadas. pero los siglos han dotado a esta ponzoña de la pátina suficiente como para que tome un mismo y plausible tono verde esperanza y hacer menos incómoda la sonrisa educada.

se trata de un instante, un soplo, una fisura casi imperceptible del mundo de afuera, pero que siento como un relámpago que detona un cúmulo de impulsos entregados a reventar el abismo que me separa de lo que queda al otro lado del párpado.

2 comentarios:

mareva mayo dijo...

al leerte siento que escribes desde un mundo que sólo se puede intuir desde fuera, que es necesario imaginar para comprender, e imaginar es diluirse..

salud y alegría de que en la escuela no enseñaran a morir...

Francesc Cornadó dijo...

Cuanta razón tienes

-porque esta evolución nuestra no ha conseguido salvar de otro modo la intoxicación por tanta realidad-

seguramente es porque la historia ha sido un mal negocio.

Salud

Francesc Cornadó