mi pie descalzo, el adoquín que afila uñas y el chicle pegado estira el brazo hasta la dislocación para que no dé el siguiente paso mientras me espera una colilla en el suelo dibujando una sonrisa perversa de humo negro y un guiño al cristal encendido con luz de farola estallada en un haz de venganzas que asoman por el bordillo. las alcantarillas balbucean desde su respiración entrecortada manantiales de lodo y gusano. el pie, que supura rojo oscuro de atardecer investido por cuervos, se revuelve ante el suero de alquitrán extendido por las arterias de la ciudad en llamas eléctricas, una ciudad cualquiera que arropa al niño que más tarde moriría por nosotros y que nos advierte en un sinfín de neones de porqué vivimos los demás.
y tan es así que me lanzo de cabeza más allá del adoquín, chicle, cigarro y cristal, de la alcantarilla, la sangre y el alquitrán, sin remedio, a una charca donde la luna, sola, se ahoga.
3 comentarios:
"una colilla en el suelo dibujando una sonrisa perversa de humo negro "
oscura e inquietante imagen
saludos
Cuando intentas huir, un pavimento de cristales rotos se clava poco a poco en tus pies.
Salud
Francesc Cornadó
Un texto muy hermoso. Me recuerda Aullido, pero con su propia personalidad.
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